Por José Zalazar
La educación como la conocemos hoy, ha pasado por múltiples cambios que en suma han contribuido al desarrollo de un sistema que emplea un método determinado para difundir conocimientos entre los alumnos que componen las piezas más básicas de una familia y por supuesto, de la sociedad.
En la antigua Grecia, como la historia de la civilización occidental empieza con el imperio Helenista, no existían las escuelas ya que la educación obligatoria era cosa de esclavos. En Esparta por ejemplo, los discípulos que no obtenían los resultados esperados eran sometidos a castigos con el fin de modelar su conducta por medio del dolor. Las escuelas platónicas, eran más bien espacios de expresión y razonamiento colectivo, de ahí que se les atribuye la invención del dialogo a los griegos.
Ya en la edad media, a raíz de la conversión del emperador romano Constantino, años más tarde el emperador Justiniano había realizado lo que hoy se conoce como la primera reforma educativa de la historia, ya que llamó al silencio a las escuelas que no se alineaban con la nueva confesión religiosa del imperio, el catolicismo, y esto marcó el inicio de la Escolástica, una corriente teológica y filosófica que utilizó parte de la filosofía grecolatina clásica para comprender la revelación religiosa del cristianismo. Aunque también es un método de trabajo intelectual: todo pensamiento debía someterse al principio de autoridad, y la enseñanza se podía limitar en principio a la repetición de los textos antiguos, y sobre todo de la Biblia (principal fuente de conocimiento).De ahí que la memoria era algo fundamental para la escolástica.
En las grandes universidades medievales, tales como las de Bolonia, Padua, Oxford o París, se estimulaba la discusión. Pero toda discusión debía versar sobre asuntos conocidos y debía ceñirse a las Sagradas Escrituras, dicho de otro modo, el pensamiento científico estaba prohibido. La meta de la discusión era afinar los argumentos en favor de la sana doctrina. (“Se practicaba la razón pero se la sometía a la fe. La de los escolásticos era una razón enjaulada.” Mario Bunge).
La escuela como la conocemos actualmente, surge tras la revolución francesa de 1789 en el ahora extinto imperio de Prusia con el objeto de socavar las revueltas ciudadanas. El sistema prusiano estaba basado en la disciplina y la obediencia teniendo para guardar coherencia con el mencionado objetivo y así poder formar a ciudadanos dóciles y obedientes. El éxito del sistema prusiano rápidamente se expandió por Europa, principalmente por Inglaterra, en plena era victoriana, que venía de perder sus preciosas 13 colonias, hoy EEUU. El segundo cisma de la iglesia también contribuyó en la evolución de la educación, ya que su ideólogo, Martín Lutero había marcado un antes y un después con la reforma ya que con su replanteamiento todo protestante debía conocer necesariamente las escrituras a diferencia de los fieles católicos de la época que volcaban su Fe más bien hacia los Sacramentos. De ahí que se puede alcanzar la santidad en la vida siendo analfabeto como un Martín de Porres pero ni siquiera se puede ser protestante siendo analfabeto.
En Paraguay, el modelo prusiano de edades y grados académicos llegó en 1882 bajo el Gobierno del General Bernardino Caballero, dejando atrás el modelo de las “primeras letras”, modo de enseñanza instituido ya en época de la Colonia y en coherencia con el modelo de instrucción español, indicaba el Dr. David Velásquez. La era industrial, en pleno apogeo no se quería perder la fiesta. Domingo Faustino Sarmiento en la Argentina había importado el modelo de grados creando la escuela norma del Paraná en 1870 para lo cual había viajado a Harvard para obtener asesoría. ¿El financiamiento? Fue ahí donde Sarmiento destacó su sagacidad ya que se dirigió ante los miembros de la poderosa Asociación Rural Argentina a solicitar fondos diciendo: “No lo hagan por caridad, háganlo por codicia”. Adelantando que el modelo agro exportador sería depuesto por el industrial y para eso había que obtener mano de obra calificada, instruida y disciplinada.
Los exámenes estandarizados, el verticalismo, el sistema de premios y castigos, las calificaciones, son sólo uno de los varios componentes que los empresarios que solventaban el caro sistema educativo requerían para que su inversión, a través de impuestos y contribuciones, obtuviera los mejores resultados con el menor esfuerzo posible. Las leyes generales, el sistema de cadena de ensamblaje (fordismo), la sistematización de los tiempos de trabajo (taylorismo), también son otros aspectos que se destacan en el sistema educativo incluso hasta en nuestros días.
Actualmente, la educación en el mundo a raíz de la cuarta revolución industrial o era digital esta siendo replanteada, tal como lo hizo Justiniano, por una cuestión de coherencia. La era en que vivimos exige creatividad para innovar, pensamiento crítico para la generación de conocimiento científico y por sobre todo un cambio de paradigmas sobre los errores en los procesos. Las penalizaciones por los errores en los sistemas educativos más sofisticados están cada vez más siendo dejados de lado como una forma de erradicar la estigmatización al fracaso y así aumentar nuestro nivel de comprensión sobre los intrincados procesos de aprendizaje.
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